Viajar, ver, plasmar en imágenes, conocer nuevos lugares, nuevas personas, son las inquietudes que, desde que conozco a Eduardo, dan vueltas en su cabeza. Esto es lo que lo motiva a relacionarse con la gente cuando viaja, e increíblemente, ellas posan, sonríen, se entregan a su presencia y a la de la cámara, dejándose fotografiar, mostrándose tal cual son. Otras imágenes como robadas a sus modelos, hechas al pasar, pero en el momento justo, logran transmitir eso que el ha sentido en el mismo momento de tomarla.
Algunas son de por aquí, otras de Uruguay, Cuba, México, Brasil, Francia, España, todas con un común denominador, la mirada diferente, particular, de un viajero incansable, que absorbe cada milímetro de tierra que pasa bajo sus pies, cada sonrisa, cada mirada que se cruza por delante de su cámara, y las inmortaliza, para que el resto de los seres humanos podamos disfrutarlas, dejando volar nuestra imaginación por aquellos sitios que el recorrió.
Comprometido con su arte, con su trabajo, siempre viajero, nunca turista, lleva todas las banderas en su corazón, ninguna en particular lo representa, es por ello que solo sigue sus propios instintos, no dejándose llevar por las modas ni los gobiernos de turno, hace su camino al andar, sin volver atrás, con la firme convicción de que la mejor fotografía, aún no ha sido tomada.
Lic. Sandra Schlimovich
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